martes, 27 de agosto de 2013

Siria vive un infierno químico

SIRIACon el bombardeo tóxico que mató a centenares de niños el miércoles, el país árabe tocó fondo ante la pasividad de la comunidad internacional.


Horror. No se puede describir con otra palabra las imágenes de cadáveres alineados, de niños agonizantes en medio de violentas convulsiones, de adultos sofocando con la boca abierta llena de espuma y la mirada desorbitada. Las víctimas no tenían sangre, ni heridas, 
ni quemaduras. Todos los síntomas indican que el miércoles pasado en los suburbios de Damasco cientos de personas murieron de la peor manera, intoxicados por un poderoso químico. 

En uno de los cientos de videos enviados desde Siria, se vio a Younma, una niña de menos de diez años, gritar histérica desde una camilla “estoy viva, estoy viva”. No se sabe cómo ni por qué llegó al hospital. Solo era una testigo más de lo  frágil que se volvió la vida en Siria, donde la humanidad tocó fondo sin que el mundo haga mayor cosa.  

Un poco después de las dos de la mañana, los misiles empezaron a caer sobre Ghuta, al noreste de la capital, un bastión de la oposición al presidente Bashar al-Assad desde hace meses. A las cinco los megáfonos de las mezquitas ya advertían que un bombardeo tóxico se había abatido sobre la barriada y exhortaban a la población a cerrar puertas y ventanas.

Según le dijo un sirio al semanario alemán Der Spiegel, “las calles estaban llenas de humo, la gente encendió fogatas por todas partes con la esperanza de neutralizar los gases”. Otras personas aseguraron que olía a azufre y un testigo le contó a la agencia Reuters que llegó a una casa donde todas las personas yacían en sus camas, “parecían dormidas pero en realidad estaban muertas”.
Los hospitales rápidamente quedaron saturados, sin suficiente hidrocortisona  y atropina para bloquear los efectos tóxicos. Los Comités de Coordinación Local rebeldes afirmaron que “el número de mártires alcanzó los 1338”. Otras versiones más cautas hablan de 800 a 1.000 víctimas. De confirmarse estas cifras, sería el peor ataque con gases desde que Saddam Hussein asesinó a 5.000 kurdos iraquíes en Halabja en 1988 (ver recuadro).

El régimen se apresuró a negar cualquier responsabilidad, mientras culpaba a los medios “involucrados en el derramamiento de sangre de los sirios y el apoyo al terrorismo”. A solo 15 minutos de Ghuta, un equipo de inspectores de la ONU se preparaba para investigar ataques químicos en tres incidentes anteriores. Pero, a pesar de ser los únicos expertos independientes en Siria, tienen las manos atadas por su mandato, que después de negociaciones sin fin con el régimen, quedó delimitado  a lugares fijados con meses de antelación. Como el resto del mundo, tuvieron que ver las pruebas en videos.

Como le dijo a SEMANA Eliot Higgins, experto en la guerra en Siria y autor del blog de referencia Brown Moses, “tan solo basándose en los síntomas, en el número de víctimas y en los reportes de los médicos, que se enfermaban e incluso morían al atender a las víctimas, es muy difícil no concluir que fue un ataque químico. 

¿Con qué? Ese es el problema, es muy difícil saberlo sin investigar allá y, a menos que el equipo de la ONU tenga acceso, es casi imposible que lo sepamos”. Las Naciones Unidas le pidieron al gobierno acceder a la tragedia y por ahora algunos médicos locales recogieron pruebas. Pero sin la presencia de la ONU, las pruebas no son válidas.

No es la primera vez que en Siria estallan armas prohibidas. A comienzos de mayo SEMANA visitó el barrio de Sheik Masoud, en Alepo, golpeado por un bombardeo similar. Según la población, cuando un proyectil cayó, las mujeres y los niños que salieron a ver qué había pasado fueron los primeros en morir. Y quienes llegaron a ayudar terminaron contaminados.

“¿Qué clase de gas es? No se puede decir. Nuestra obligación es diagnosticar lo que tiene el paciente y curarlo. ¿Quién lo hizo? Tampoco lo sabemos. Lo único cierto es que los pacientes llegaron con convulsiones, muchos echaban espuma blanca por la boca y tenían problemas de visión”, le dijo en ese momento a esta revista el doctor Kawa Hassa, el director del hospital que atendió a las víctimas.
El fotógrafo colombiano Mauricio Morales, quien volvió de Siria hace unos meses, le contó por su parte a SEMANA que “este ataque era de esperarse. Allá los rebeldes en los frentes tienen máscaras de gas, eso es básico. La gente sabe que si la artillería pega y después sale un humo distinto, puede ser algo químico”. Eso sí, como cualquiera que conoce la complicada situación Siria, no se atrevió a decir quién pudo haber lanzado el bombardeo.

Y es que en un país donde la demencia y la violencia son los únicos al mando, cualquier cosa es posible y para ambos bandos todo vale con tal de derrotar al otro. Claro, el culpable ideal es Bashar Al-Assad. En junio, Francia, Reino Unido y después Estados Unidos afirmaron que el régimen empleó gases letales. 

Su ejército, según servicios secretos occidentales, oculta un arsenal de unas 1.000 toneladas de agentes químicos, sobre todo gases sarín, mostaza y VX. Pero es difícil entender por qué el régimen habría tomado el riesgo de usarlo justo cuando una misión de la ONU visita el país.

Tal vez Al-Assad se dio cuenta de que, tan solo diez días después de la masacre de 600 egipcios en El Cairo y la débil reacción de las grandes potencias, puede hacerlo sin esperar grandes consecuencias. 

La otra tesis, igual de delirante, es que algún grupo extremista anti-Assad haya perpetrado la masacre contra su propia gente en un maquiavélico cálculo geopolítico para obligar a la comunidad internacional a intervenir. Aunque tal vez sea una simple coincidencia, hace un año exacto el presidente Barack Obama advirtió que si el régimen llegaba a usar su arsenal químico, cruzaría “una línea roja” que significaría “una reacción inmediata”. 

Teniendo en cuenta que la situación militar ha tomado un giro en su contra, alguna facción rebelde, en su desesperación, habrían considerado aceptable sacrificar 1.000 mártires para ganar una guerra que ya dejó 100.000 muertos y 2 millones de refugiados. 

Pero sería inocente pensar que las famosas “líneas rojas” son algo más que discursos para la opinión pública, porque no hay nada más lejano que una intervención armada occidental. 

Como escribió hace poco el general estadounidense Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, “en Siria no se trata de escoger entre uno de los dos bandos, sino entre uno de los muchos bandos. El que escojamos tiene que estar listo para promover sus intereses y los nuestros cuando la balanza se incline a su favor. Por ahora, no es así”. 

Lo trágico es que mientras más tiempo pase, más difícil va a ser intervenir. Porque si el horror de la semana pasada no es suficiente, ya nadie sabe qué más necesita el mundo para reaccionar. 


La guerra tóxica
  • Hay cuatro tipos de agentes químicos letales: los que bloquean el sistema nervioso, los vesicantes que queman la piel y los órganos, los pulmonares que dañan el sistema respiratorio y los sanguíneos, que bloquean la circulación.
  • Los gases tóxicos aparecieron por primera vez en la Primera Guerra Mundial. Primero el Tratado de Versalles en 1919 y después el Protocolo de Ginebra en 1925 prohibieron el uso de armas químicas.
  • En los años veinte España usó bombas de gas en la guerra del Rif en Marruecos. 
  • En 1935 la Italia fascista usó gas mostaza en Etiopía.
  • Japón utilizó gas mostaza cuando invadió China en 1937.
  • En los años sesenta Egipto usó bombas químicas en la guerra civil de Yemen.
  • Irak usó gas mostaza en la guerra Irán-Irak. En 1988, en la aldea iraquí de Halabja, un bombardeo químico mató a 5.000 kurdos.
  • En 1995 los terroristas japoneses Aum Shinrikyo usaron gas sarín en Tokio. 
  • En 2002, después de que un comando checheno se tomó un teatro, las fuerzas rusas bombearon un agente químico desconocido en la ventilación.
EL HOMBRE EN CONTRA DEL HOMBRE

Qué tristeza da
el hombre en contra del hombre.
Violentado en todos los frentes por él mismo.
Hacia los cuatro puntos alterado.
Los gritos de la tierra se sienten
en todos sus extremos  bajo su poderío.

Pero, hay algunos seres
que todavía se sorprenden ante ello,
sin entender de vanas luchas.
Su felicidad en lo sencillo se funda,
en su propia casa y su sustento.
Y cuando te encuentras frente a ellos,
a esos ojos tristes, implorantes y llorosos…
cuando te encuentras frente al humilde
caes en la cuenta de la horrenda
guerra humana que a veces es cruenta.

Porque el manso,
el que arrea  cabras
por las sendas construidas por sus pasos,
en la búsqueda del alivio
para mitigar cansancios.
Para quien toda su dicha
la constituye el silencio
de pájaros pacíficos.
Él, nada sabe de bombas.
Sabe, de nubes entre las colinas ancestrales.
Y eso es toda su gloria…
Y su grandeza.


 Patricia Palleres - (Derechos Reservados)



viernes, 23 de agosto de 2013

Salud Sexual y Derechos Reproductivos

La Salud Sexual y Reproductiva es un estado genral de bienestar físico mental y social en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. Implica la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos en la procreación, además de la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. La salud sexual y reproductiva es un derecho humano.
Los Derechos Sexuales y Reproductivos abarcan tanto las libertades como las facultades correspondientes a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Estos derechos son parte del marco de los derechos humanos reconocidos en los documentos y tratados internacionales aprobados por consenso y en el corpus legislativo argentino. Los derechos reproductivos se basan en el reconocimiento del derecho de toda persona a decidir libremente si tener o no hij@s, cuántos hij@s tener y el espaciamiento entre nacimientos, y a disponer de la información y de los medios para alcanzar el más elevado estado de salud sexual y reproductiva sin sufrir discriminación, coacción ni violencia.
cuadritoSSyR
Las inversiones en servicios de salud sexual y reproductiva de calidad mejoran la vida de las personas, especialmente de las mujeres y l@s jóvenes: disminuyen la prevalencia de las infecciones de transmisión sexual, protegen los derechos de quienes tienen VIH y fomentan prácticas igualitarias libres de estereotipos de género. Es fundamental que la promoción del ejercicio de estos derechos de todos y todas sea la base primordial de las políticas y programas públicos y comunitarios en la esfera de la salud. 
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) apoya la provisión de servicios de salud sexual y reoproductiva, y el acceso a la información oportuna y científica sobre métodos anticonceptivos, modernos, adecuados y gratuitos.
Los servicios de salud sexual y reproductiva incluyen: la atención durante el embarazo y el parto; la respuesta a la emergencia obstétrica; la atención post aborto; la prevención del embarazo no deseado; la prevención, diagnóstico y tratamiento del VIH, y del cáncer de cuello de útero.

Derechos relacionados con los derechos sexuales y reproductivos


Derecho a la vida; derecho a la libertad y a la seguridad de la persona; derecho a la salud incluida la salud sexual y reproductiva; derecho a otorgar consentimiento al matrimonio y a disfrutar de igualdad dentro de la pareja; derecho a la vida privada; derecho a la igualdad y a la no discriminación; derecho a no ser sometid@ a maltrato, violencia y humillaciones; derecho a la educación, incluido el acceso a la educación sexual integral; derecho a participar en la conducción de asuntos públicos; derecho a participar de la política, libre activa y significativa; derecho a buscar, recibir y difundir información y tener libertad de expresión; derecho a beneficiarse con el progreso científico.

Métodos anticonceptivos más utilizados 

EN MUJERES: El preservativo está dentro de los métodos anticonceptivos denominados “de barrera” que impiden que el líquido seminal entre en contacto con el óvulo. Pero en la actualidad los métodos anticonceptivos más utilizados por mujeres de diferentes edades son los hormonales. Se trata de hormonas femeninas que por diferentes formas de administración alteran el ciclo menstrual, impidiendo la liberación del óvulo y por lo tanto la fecundación, con una efectividad cercana al 99% si el uso es el adecuado. Su seguridad es una ventaja y una desventaja a la vez. La ventaja es que la pareja puede sentirse bastante tranquila, ya que un embarazo es bastante improbable utilizando cualquiera de estos métodos. La desventaja es que en la mayoría de los casos no se utiliza preservativo, por lo que no hay protección para el contagio de ITS. Un estudio reciente arroja que las mujeres que utilizan métodos anticonceptivos hormonales tienen mayores probabilidades de padecer cualquiera de estas infecciones, incluyendo HIV y HPV, precisamente porque solo se focalizan en evitar embarazos no deseados.

Miremos brevemente los métodos anticonceptivos hormonales que se utilizan actualmente:
Píldoras: Son los primeros anticonceptivos hormonales que conocimos. Se toman durante veintiún días consecutivos y luego se descansa siete, aunque en algunos tipos de píldoras se administra todos los días sin descanso. Existen diferentes combinaciones de hormonas y dosis, incluyendo a la llamada “minipíldora”, y cada vez los efectos secundarios son menores. El médico ginecólogo es quién indica la marca correcta de acuerdo a las características de cada mujer.
Parches: Se colocan en diferentes partes del cuerpo (generalmente hombros, glúteos, brazos o abdomen), cambiándose una vez a la semana. La administración es durante tres semanas consecutivas cambiando el parche el mismo día, y luego una de descanso.
Anillo vaginal: Es un método novedoso que se introduce y se deja en la vagina durante tres semanas, quitándolo al comienzo de la cuarta para así dejar una de descanso.
Inyecciones: La aplicación es intramuscular una vez al mes o una vez cada tres meses, según la composición hormonal que se utilice.
Implante subdérmico: Se colocan unas pequeñas varillas en la cara interna de uno de los brazos bajo la piel en una intervención muy sencilla, y dura entre tres y cinco años. Es el método más seguro para mujeres que no tienen la constancia de, por ejemplo, tomar una píldora todos los días a la misma hora.
 Métodos anticonceptivos en hombres
El preservativo constituye el primer y principal método anticonceptivo existente en la actualidad, tanto por su probada eficacia para evitar embarazos, como por la enorme utilidad que tiene para prevenir enfermedades de transmisión sexual. Es un método anticonceptivo barato y seguro, utilizado correctamente.
La práctica sexual mediante "coitus interruptus", retirando el pene de la vagina antes de la eyaculación es poco fiable y seguro.
A los pacientes con pareja estable y con el deseo gestacional cumplido se recomienda la vasectomía. Es una técnica quirúrgica sencilla, que se realiza con anestesia local y de manera ambulatoria, que permite una vida normal con gran rapidez. Se seccionan ambos conductos deferentes, provenientes de ambos testículos, impidiendo la llegada de los espermatozoides al semen. Se sigue produciendo semen y no produce ninguna alteración en las relaciones sexuales ni en la eyaculación. Tras la cirugía pueden aparecer efectos secundarios menores tipo infección de la herida, hematoma etc…
Al cabo de uno-dos meses de la cirugía se recomienda realizar un seminograma para comprobar que no queda ningún espermatozoide en el semen.
En principio es una técnica irreversible, pero existe una cirugía (vasovasostomía) que permite re canalizar los conductos cortados, volviendo a aparecer espermatozoides en el semen. Dicha cirugía es mucho más compleja, precisando de material de microcirugía, con tasas de éxito que nunca llegan al 100%.
Existen múltiples fármacos probados para ser utilizados como anticonceptivos masculinos, siempre con elevada toxicidad y dudosa eficacia por lo que no existe ninguno recomendable en la actualidad.